jueves, 7 de octubre de 2010

SEÑALES


Medidas: 7,7cm x 12cm x 4,5cm



"Señales"

Desde siempre estuvieron allí, por todo el mundo conocido, incluso los antiguos que habían viajado hasta más allá del fin del mundo hablaban de caballos de piedra en las laderas de colinas, allá dónde vivían los sajones, de extraños dibujos en enormes planicies más allá de la tierra de los jíbaros y aucas, en las faldas de otras laderas en las tierras de los incas, junto a su aldea siempre estuvo presente aquél anillo mágico, de su existencia se tenía conocida información desde los tiempos más remotos cuándo la historia se confundía con las leyendas, los mitos, desde Waldemar a Thor…

Hizo ademán de llevarse un sorbo de cerveza a los labios, su mirada se cruzó con aquél a quién todos escuchaban, la sangre se le agolpó en el rostro, sabía perfectamente la importancia que el círculo tenía para la aldea, y sabía que nadie entendía aquellas palabras, porque no querían entenderlas, porque no podían.

"Si destruyes el anillo mágico para construir tu carretera, el mundo se acabará"
Había meditado demasiado sobre aquellas palabras, a veces, la superchería, las creencias en demonios de los caminos, en brujas, en maldiciones y otras neuras del inconsciente colectivo le traían al pairo, las dejaba de lado, y si una carretera tenía que pasar por encima de un montón de piedras, pasaba y en paz, el desarrollo les traería más cosas buenas que malas, y para que el desarrollo llegara, eran necesarias carreteras, puentes, vías de tren, en una palabra: comunicaciones.

Nunca jamás le había importado nada, no había estudiado una ingeniería para pararse ante tonterías, no obstante llevaba on la obra paralizada una semana entera, siete días de retraso por una creencia, una creencia bien asentada en su cabeza, contada por su abuela, por su madre, contada de una manera que le hacía dudar, y aquellas dudas le hicieron ponerse en contacto con el ministerio para intentar construir un puente por encima del anillo para no tener que destruirlo, obviamente desde el ministerio le respondieron que hiciera lo de siempre, desmontarlo pieza a pieza y volver a montarlo en otro lugar tal y cómo estaba en el anterior emplazamiento.

Dudas, los signos le eran demasiado familiares, las señales también, el día que llegaron las máquinas cerca del anillo una lluvia de ranas le dio la bienvenida, obviamente la lluvia de ranas tuvo su explicación pertinente, científica, nada espectacular… Una tromba de agua la había sacado de su charca, llevado a la atmósfera, congelado dentro de una nube que al descargar, las devolvió al suelo junto con el agua de la charca.

El segundo día las señales fueron más claras para él, no para el resto de su equipo, un rayo cayó cobre una de las máquinas, rebotó y acabó achicharrándolas todas, 23 máquinas destrozadas por el mismo rayo. Obviamente la explicación científica apareció para explicar el suceso.
El tercer día el anillo se congeló completamente, todo a su alrededor estaba a 22 grados, pero sus piedras estaban a 40 grados bajo cero, tocarlas suponía que la herramienta de turno se congelara en el acto: para aquella señal no hubo explicación científica, y además tampoco importó.

El cuarto día el anillo simplemente desapareció, en su lugar apareció una triqueta en lo que había sido su centro, y alrededor otros símbolos…

De repente se dio cuenta, ¡eran los signos del zodiaco!

Ahora, mientras recordaba los sucesos de aquellos días atrás, no podía dejar de pensar en las tradiciones, en las creencias de sus ancestros, y no podía dejar de mirar cómo la lluvia que había empezado a caer a partir del quinto día aporreaba con fuerza los cristales de la tasca en la que se encontraba.

Se mirara cómo se mirara se hallaba en un dilema, si hacía caso omiso a las directrices del ministerio enviarían a otro ingeniero que dinamitaría el círculo sin dudar un segundo, había hablado de sobrepasarlo con un puente, de enterrarlo con el anciano al que todos preguntaban en la aldea sobre cualquier cosa que tuviera que ver con ella, el anciano le dejó claro que no podía ser enterrado, porque la gente olvidaría su función, y en el futuro alguien podría querer quitarlo, con lo que se acabaría el mundo…

El ruido del agua en los cristales no le dejaba pensar… no le dejaba encontrar una solución posible… decidió irse a la cama, a intentar dormir, al día siguiente, lunes, intentaría buscar una solución al dilema…

Se despertó sobresaltado, el silencio fuera hacía presagiar que algo ocurriría pronto, en su sueño veía el círculo encerrado en una caja de cristal… anotó el asunto en un papel, trazó dieciséis líneas formando un cubo…
"¿Sabe usted qué es un encofrado?" - Preguntó al anciano nada más lo vio por la mañana.

"Es una buena solución" - aceptó por fin el anciano.

A medio día empezaron a llegar los enormes cristales de seguridad, cristales antibala de más de 4 cm. de grosor, especiales para construcción, por la tarde estaban terminados los cimientos, a media noche los cristales encerraban el círculo, y la construcción del puente había comenzado, obviamente, bajo su responsabilidad, obviamente costeado con el dinero del ministerio, y obviamente habría consecuencias, la primera la pérdida de su empleo… ¿Pero qué importaba un empleo en un caso como aquél? Habría otros empleos, en otros lugares, lugares a los que llegaría siguiendo simplemente su camino en la vida, y habría otros dilemas, y solucionaría cómo mejor pudiera los problemas que se le fueran presentando, siempre escuchando a los ancianos del lugar, cómo le había demostrado el anciano de su aldea que debía hacerse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...