lunes, 25 de octubre de 2010

ESTRELHADA





"Estrelhada"
Cómo todos sabéis hay miles de tipos de hadas, unas cuidan de los árboles, otras de los ríos, otras más de los lagos, de los senderos del bosque, e incluso de los granos de arena de las playas, hay hadas para casi todo, a las que cuidan de ciertas estrellas, se las conoce en todas partes cómo hadas a secas, mas…

Recuerdo una vez que viajaba por el interior de un bosque, andaba yo buscando la paz del sonido del bosque, el canto de los distintos pájaros, la brisa en las copas de los árboles, iba realmente distraído, tanto que casi atropello en mi deambular a una anciana chiquita con la que me crucé en mi errar por entre los árboles.

"Vaya, lo siento" – me disculpé después de parar en seco para no pisarla.

La anciana me miró con una sonrisa burlona, acto seguido me sacó la lengua, y poniendo una voz realmente encantadora, me contestó con un enigma:

"Ya nos conocemos de antes joven despistado, ¿o acaso me has olvidado?"

"Vaya…" – pensé… - "¿Y ahora qué....,quién es esta anciana que dice que me conoce?"

Realmente estaba intrigado, e imagino que ella lo sabía, porque no dejaba de mirarme con verdadera burla, sorna casi…

"Una vez te permití escuchar la música de las estrellas mientras juntos veíamos amanecer" – comentó sin más…

"No es posible, ella era muy joven, y no hace tanto de aquello…" – pensé recordando aquél amanecer junto a una chica risueña, que apareció sobre la montaña que escalaba, sin cuerdas, mochila, ni instrumento alguno que le hiciera más fácil la ascensión.

"Hoy no intentas besarme cómo entonces, y soy la misma" – me comentó la anciana sin tapujos.

¿Cómo podía ser aquello? No me había dado cuenta, pero mientras caminábamos el uno junto al otro mil luciérnagas se habían colocado justo delante de nosotros. Me di cuenta entonces que parecía que los árboles se echaban a un lado haciendo que dónde había un pequeño sendero apareciera un camino…

Intenté darle una explicación lógica a lo que veía…

"La lógica mata a los humanos" – dijo ella sin más.

Dejé de pensar, y simplemente caminé, y al hacerlo dejando la mente en blanco, volví a escuchar aquella melodiosa música que una vez, hacía cinco años escuchara sobre una montaña de granito junto a la "anciana-joven", que por segunda vez se cruzaba en mi camino.

"No es la segunda vez que nos vemos, querido" – corrigió mis pensamientos.

Dejé de pensar casi en el acto, total, hacerlo era cómo si me apartara de ella de alguna manera, sin darme casi cuenta habíamos ido ascendiendo por el bosque, y a medida que ascendíamos la anciana fue volviéndose más joven…

El sol comenzó a ponerse justo cuándo llegamos a un enorme promontorio fuera del bosque, el sol se perdía en ese instante en el lejano horizonte, poco a poco la oscuridad lo invadía todo…

Miré a la anciana, y en su lugar hallé a la joven de hacía unos años. No quise pensar, no quise preguntar nada, tomé la mano que tenía más cerca entre las mías, y simplemente me dediqué a mirar la primera estrella que aparecía en el cielo.

"Las estrellas que vemos hoy, es posible que dejaran de existir hace años" – se me ocurrió comentarle.

Noté un escalofrío recorrerme el cuerpo.

"Las estrellas no mueren, no desaparecen, siempre hubo y habrá la misma cantidad de estrellas, es una pena que los humanos necesitéis explicarlo todo, racionalizarlo todo, teorizarlo todo, si mirarais con los ojos del alma veríais un Universo muy distinto al que os muestran vuestros aparatos de medirlo todo, de observarlo todo, escucharíais la música del Universo siempre, y viviríais en paz y armonía" – comentó apenada.

"¿Cómo te llamas?" – quise saber.

"Estrelhada" – respondió.

Y cómo ocurriera cinco años atrás sobre la montaña, simplemente desapareció de mi lado dejándome lleno de paz y armonía, regalándome por ¿segunda vez? aquella música del Universo que todas las noches escucho desde entonces.

Karl Waldmann.

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